El pasado domingo por la tarde asistí al Festival Minimalista Winter 2008, una modesta muestra musical que ofrecía La Juglaresca, un local del barrio de Gracia. En el transcurso de las diversas actuaciones estuve pensando en lo que me transmitía el carácter intimista, "minimalista" de lo que estaba escuchando. Interpretar en acústico abre tanto a los músicos como a su público todo un universo sensitivo, muy diferente al que conllevan actuaciones agresivas, eléctricas, o como quieran llamarlas. Una guitarra acústica puede expresar tanto como una eléctrica, aunque de un modo distinto: la agresividad, la pena, la calma, la alegría, la mala leche... Todo ello puede salir de una caja de resonancia, y aunque lo haga de forma más sutil que si se tratara de un enorme y potente amplificador, es probable que el oyente perceptivo note en su interior que es mayor la efectividad de las notas sin enchufe. El impacto suele resultar suave pero más profundo.
Varios artistas de rock se han dedicado tanto a la música potente como a las melodías intimistas. Tenemos como ejemplo paradigmático a Neil Young, que durante su trayectoria ha ido mostrando dos facetas muy diferenciadas, dos caras que poco tienen que ver la una con la otra: la parte rockera, garage, "ruidosa", y la parte intimista. Incluso se caracteriza porque cuando visita una ciudad suele ofrecer dos conciertos, ambos de precio desmesurado, uno acústico y otro eléctrico. Otro de los "grandes" que ha experimentado con una doble faceta similar es el mismo Bob Dylan, que comenzó su carrera musical tocando un folk minimalista y posteriormente fue duramente criticado cuando hizo evolucionar su estilo otorgándole una mayor complejidad musical. En los Eagles, vemos un caso parecido: pese a que su versión eléctrica de la archifamosa canción Hotel California tuvo un éxito enorme, en su disco Hell Freezes Over sorprendieron con una versión acústica de la misma, que acabó obteniendo tanta popularidad como la primera. ¿Sienten lo que un servidor trataba de describir al principio? No hay que infravalorar el poderío del acústico. Por último, les voy a ofrecer, si me lo permiten, un ejemplo de una práctica musical que personalmente me fascina por su efectividad: empezar en acústico para ir acelerando y acabar con una explosión de ruido y electricidad. Para ilustrarlo, una canción de los post-grungers Foo fighters.
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