viernes, 29 de febrero de 2008

Sinfonía de Destrucción


Megadeath: un millón de muertes. Usado como unidad en conflictos nucleares.

En 1983, David Scott Mustaine, guitarrista y borracho de profesión, hasta entonces miembro de la prometedora banda de heavy metal Metallica, leyó este vocablo en alguna parte. Cabreado como estaba tras haber sido expulsado de su amado grupo y dando por finiquitada su amistad con sus ex-compañeros, James Hetfield, Lars Ulrich y el -actualmente fallecido- Cliff Burton, juró vengarse y formó su propia banda, Megadeth, de la que durante décadas sería líder, vocalista, guitarrista rítmico y solista.
En el día de ayer, jueves 28 de febrero, unos 2.500 amantes del buen thrash metal se dieron cita en la -abarrotada- sala 1 de Razzmatazz. La actuación de Mustaine y compañía se retrasó prácticamente una hora, pero la espera, amenizada por los contundentes Evile (thrash con mucha tralla al estilo Slayer), mereció la pena. El grupo abrió con Sleepwalker, probablemente la mejor canción de su último disco, y desde el principio quedó claro que la entrega del público, que coreó gran parte del repertorio, sería notable. A continuación, interpretadas a toda leche y sin ninguna pausa entre ellas, las clásicas Wake up Dead y Take no Prisoners caldearon el ambiente. Hasta que llegó la máxima locura del público (se practicó momentáneamente el arte del mosh pit) con la furiosa Skin on my Teeth, cuyas letras hablan de los intentos de suicidio de Mustaine, que pese a formar parte del repertorio thrasher clásico, es una de las fan favorites del grupo.



Megadeth es amargura, frustración, velocidad y violencia. Mustaine todavía está cabreado en su interior, y sus canciones reflejan sentimientos, con letras que van más allá del satanismo y la violencia imperantes en el metal extremo, y solos de guitarra veloces pero melódicos que hablan por sí solos. Además, la crítica política está presente en muchas canciones del grupo, más aún ahora con su último disco, United Abominations (2007), de marcado aire político, cuya portada hace un guiño a la del clásico álbum Peace Sells... But Who's Buying (1986) -en ambos aparece la sede de las Naciones Unidas en ruinas. Sin embargo, la energía que desprende el directo del grupo no se acompaña de demasiados aspavientos: para Dave Mustaine es esencial que todo suene perfecto, es básico ofrecer a su público la mejor ejecución; concentrar, por tanto, en ella, todos los esfuerzos que otros malgastan en exagerados movimientos escénicos. Esto se hizo evidente en Razzmatazz, donde el frontman se mantuvo estático excepto a la hora de gesticular (en los pocos momentos en los que no tocaba la guitarra) de acuerdo con el significado de la letra que estaba cantando (levantando el dedo corazón, haciendo como que se cortaba las venas mientras decía "now, as i die for you...", etc.). Y es que otra de las preocupaciones de Mustaine es hacerse entender en países de habla no inglesa.




La invasión de los metalheads en Razzmatazz


Tras Skin on my Teeth, la música paró por primera vez en el concierto, y Dave se dispuso a hablar, para intoducir otra canción nueva, Washington is next, de contenido político. En su breve discurso, dejó claro que en el show se iba a ofrecer básicamente música a raudales, y poca charla. Este es otro elemento común en los conciertos de Megadeth. La razón: aquí la tienen. La tralla prosiguió con Kick the chair, la única canción que interpretaron de su penúltimo disco The System Has Failed (2004), la clásica Hangar 18 y la nueva Gears of war. Después, el grupo puso el freno momentáneamente con la coreada Á tout le monde. Aún no teniendo el sonido más característico de la banda, sin duda con ella se pudo vivir uno de los momentos álgidos de la noche. Lo cierto es que Á tout le monde, single del exitoso disco Youthanasia (1994), es una de las canciones favoritas de Mustaine, que la ha interpretado en acústico, e hizo para el nuevo disco una nueva versión de ella. Pese a no ser un clásico del thrash metal, ocupa un lugar especial en la sensibilidad de los fans.

La caña siguió después con la veloz Tornado of Souls, Ashes in Your Mouth y Burnt Ice, el cuarto y último tema del disco nuevo que interpretaron. El último tramo del concierto fue sin duda el más destacable: Symphony of Destruction, cuyo riff fue coreado a base del ya mítico (y argentino) "Megadeth, aguante Megadeth"; Trust, de la cual Mustaine cantó una parte en español (sorpresa que ya había anunciado anteriormente); y las clásicas Peace Sells y Holy Wars, final apoteósico que dejó a la audiencia satisfecha y exhausta. En definitiva, Megadeth ofreció un buen directo, poderoso y muy bien interpretado. Como nota negativa, el sonido, por su poca nitidez, dejó bastante que desear, especialmente al inicio del concierto, en que apenas se oían los solos de guitarra. Luego mejoró notablemente. De todos modos, del aspecto abarrotado que presentaba la sala Razzmatazz se pudo extraer la conclusión de que el thrash metal, subgénero que tuvo su gérmen y su auge hace ya más de 20 años, todavía goza hoy en día de una salud envidiable.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Intimismo


El pasado domingo por la tarde asistí al Festival Minimalista Winter 2008, una modesta muestra musical que ofrecía La Juglaresca, un local del barrio de Gracia. En el transcurso de las diversas actuaciones estuve pensando en lo que me transmitía el carácter intimista, "minimalista" de lo que estaba escuchando. Interpretar en acústico abre tanto a los músicos como a su público todo un universo sensitivo, muy diferente al que conllevan actuaciones agresivas, eléctricas, o como quieran llamarlas. Una guitarra acústica puede expresar tanto como una eléctrica, aunque de un modo distinto: la agresividad, la pena, la calma, la alegría, la mala leche... Todo ello puede salir de una caja de resonancia, y aunque lo haga de forma más sutil que si se tratara de un enorme y potente amplificador, es probable que el oyente perceptivo note en su interior que es mayor la efectividad de las notas sin enchufe. El impacto suele resultar suave pero más profundo.
Varios artistas de rock se han dedicado tanto a la música potente como a las melodías intimistas. Tenemos como ejemplo paradigmático a Neil Young, que durante su trayectoria ha ido mostrando dos facetas muy diferenciadas, dos caras que poco tienen que ver la una con la otra: la parte rockera, garage, "ruidosa", y la parte intimista. Incluso se caracteriza porque cuando visita una ciudad suele ofrecer dos conciertos, ambos de precio desmesurado, uno acústico y otro eléctrico. Otro de los "grandes" que ha experimentado con una doble faceta similar es el mismo Bob Dylan, que comenzó su carrera musical tocando un folk minimalista y posteriormente fue duramente criticado cuando hizo evolucionar su estilo otorgándole una mayor complejidad musical. En los Eagles, vemos un caso parecido: pese a que su versión eléctrica de la archifamosa canción Hotel California tuvo un éxito enorme, en su disco Hell Freezes Over sorprendieron con una versión acústica de la misma, que acabó obteniendo tanta popularidad como la primera. ¿Sienten lo que un servidor trataba de describir al principio? No hay que infravalorar el poderío del acústico. Por último, les voy a ofrecer, si me lo permiten, un ejemplo de una práctica musical que personalmente me fascina por su efectividad: empezar en acústico para ir acelerando y acabar con una explosión de ruido y electricidad. Para ilustrarlo, una canción de los post-grungers Foo fighters.

Agenda de conciertos en Barcelona

28 de febrero- Megadeth; Razzmatazz; 30 €
29 de febrero- Symphony x + Cyrcus Maximus; Razzmatazz; 22-25 €
1 de marzo- The Mars Volta; Razzmatazz; 28-31,5 €
4 de marzo- HIM+Paradise Lost; Razzmatazz; 29 €
7 de marzo- Delorean; Razzmatazz; 12-15 €
8 de marzo- Violadores del Verso; Razzmatazz; Entradas agotadas.
16 de marzo- Alicia Keys; Pavelló Olímpic de Badalona; 48-58 €
26 de marzo- Luz Casal; Gran Teatre del Liceu; 70-80 €
2 de abril- Mark Knopfler; Palau San Jordi; 38-48 €
7 de abril- El canto del loco; Sala Bikini; Entradas agotadas
18 de abril- La cabra mecánica + Rafa Pons; Sala Bikini; 20€
24 de abril- Down; Sala Apolo
27 de abril- Backstreet Boys; Pavelló Olímpic de Badalona; 64 €
8 de mayo- Love of Lesbian; Sala Apolo
18 de mayo- Alejandro Fernández; Palau San Jordi; 25-60 €
1 de junio- Bon Jovi; Palau San Jordi; Entradas agotadas.
13 de junio- Estopa; Palau San Jordi; 26-35 €
20 de julio- Bruce Springsteen; Camp Nou; desde 125 €

lunes, 25 de febrero de 2008

Capillas culturales

Suplementos culturales, premios literarios, cinematográficos y musicales, críticas, reportajes... Piezas de los múltiples engranajes que nutren las diversas capillas culturales, las parroquias del conocimiento, que marcan las tendencias del saber según sus propios intereses, mayoritariamente editoriales. Claros ejemplos los vemos de forma bastante descarada en la relación entre las diferentes empresas de un grupo multimedia a la hora de referirse las unas a las otras. El País (o en este caso, el suplemento Babelia) no va a hablar mal de una novela editada por Aguilar, así como La Razón no va a publicar una mala crítica de un libro editado por Planeta. Lo vemos también en los premios, incluso (o mejor dicho, sobre todo) en los más prestigiosos: por algo hablamos de "películas/directores Oscar" y "películas/directores no-Oscar", o sea, películas y directores que por muy buenos que sean todo el mundo sabe que no van a ganar ningún Oscar, que ni siquiera van a ser nominados. Lo de los premios tiene tela. ¿Qué vemos en los Grammy o en los Ondas? Pues que siempre ganan los mismos. O almenos lo parece. Música comercial, comercio, lo que da el dinero, los cimientos de las empresas. ¿Cuándo veremos en los periódicos que se han llevado un Grammy grupos talentosos, con fama mundial y amplio recorrido como los Dwarves o los Gwar? De acuerdo, pregonan el sexo y la violencia, pero almenos no se meten rayas en el escenario, como hacen algunas. Puestos a seguir rajando, otra cosa que no soporto de las parroquias culturales es el empeño que ponen los suplementos a la hora de propagar unas ciertas tendencias, unas modas determinadas. Lo vemos, por ejemplo en El País Semanal, cuyas páginas desprenden en todo momento un predominante aroma pop, moda alternativa, pero no demasiado; música alternativa, pero sin pasarse. En definitiva, la única conclusión que puedo ofrecerles es que somos un rebaño, y lo único que podemos hacer es elegir a nuestro pastor.

miércoles, 20 de febrero de 2008

"I drink your milkshake!!"

La última película de Paul Thomas Anderson -director, entre otras, de la arrolladora Boogie Nights (1997) y la magnificiente Magnolia (1999)-, There Will be Blood (Pozos de Ambición), destaca, entre muchas otras cosas, por su impactante escena final (no recomiendo que abráis el link si no habéis visto la película). En ella, confluyen algunos de los elementos más resaltables del filme, y se plasman de forma esplendorosa. Estalla la violencia de Daniel Plainview, visible en menor medida pero en auge progresivo a lo largo del desarollo de la trama. Explota (trágicamente) el conflicto -eje alrededor del cual gira el argumento- entre iglesia y capitalismo o, mejor dicho, entre el despiadado y poderoso empresario protocapitalista y el clero embaucador que busca hacerse con un trozo del pastel de riquezas que proporciona la industria. Y del mismo modo, llega a su apoteosis el duelo interpretativo entre Paul Dano y un excepcional Daniel Day-Lewis, que fascina por su derroche de talento y energía, por su gestión del exceso sin perder la credibilidad.
Dejando aparte todas las connotaciones y simbologías que pueden extraerse de la escena, voy a centrarme en otro aspecto mucho más "profano": el de el impacto "cultural", por decirlo de alguna manera, que tuvo en Estados Unidos. Además de la polémica ocasionada por el tono de tintes cómicos que adquiere una situación tan dramática como la que se narra en ella, destaca la fama que esta parte final (que sin duda ya se puede contar entre los mejores finales de película de la historia del cine) ha adquirido entre los americanos. Youtube da cuenta de ello: han surgido imitaciones, versiones musicales de la escena, incluso una edición de la misma con risas enlatadas... Además, la expresión "I drink your milkshake!" ("¡Yo me bebo tu batido!"), vociferada por Day-Lewis cuando destapa su engaño al pastor (no voy a decir más), se ha vuelto popular y de uso más o menos común entre los estadounidenses. He aquí unas muestras de todo ello:

- Versión musical- la combinación de la canción con las voces de los personajes está bastante trabajada.
- "Milkshake"- diversas escenas en versión "milkshake".
- "Drink my milkshake!"- Daniel Plainview llama a una línea erótica.
- Imitador- con playback.
- Imitadora- en la nieve.
- Ja, ja, ja- con risas enlatadas. En realidad, aunque no tan descaradamente, la escena produce risas similares en las salas.