miércoles, 2 de abril de 2008

Tres por el precio de una (1a parte)


Hay historias que no pueden contarse en una sola película, ni en dos. 3 es el número mágico cuando se trata de construir relatos que por su magnitud merecen algo más que dos horas de metraje. Cuando un director y una productora deciden rodar una trilogía saben que están expuestos a la posibilidad del éxito tanto como a la del fracaso estrepitoso. Hay que tener en cuenta que normalmente la trilogía es vista como una unidad, y se suele considerar que es buena o mala en su totalidad. Sí que es verdad que dentro de ella suele reconocerse alguna de las partes como mejor o peor que otra, pero generalmente se tiene una perspectiva global de la trilogía como "buena" o "mala". También puede ocurrir que se haga un filme y a partir de él -normalmente motivado por su éxito- se decida hacer una segunda parte, y después, ya que estamos, la tercera. Esto suele ocurrir con un tipo de cine básicamente comercial, o sea, del que se hace para atraer al dinero más que a la inteligencia. Y lo que acaba pasando en estos casos son dos cosas: una, que la trilogía se convierte en una serie indefinida de filmes cada vez más malos e innecessarios; dos, que el título del producto acaba desprestigiándose, pasando de tener buena cosideración después del notable primer filme, a ser sinónimo de mala calidad cinematográfica tras las mediocres secuelas. Hay trilogías que pese a no tener una pésima reputación, no dejan de ser innecesarias. Ejemplo claro de ello es Matrix: coges una película de ciencia ficción original, muy bien hecha, emocionante... y después haces una secuela aburridísima y una tercera parte lamentable. ¿Realmente era necesario?

Pero de lo que me dispongo a hablar aquí no es de filmes malos, sino de las trilogías que de alguna manera me han marcado la infancia y la adolescencia; de las que considero que son las mejores trilogías que se han hecho nunca. Sin más dilación, he aquí mi lista (sin ningún orden en particular):

- Star Wars: la primera trilogía de La Guerra de las Galaxias nos hizo soñar a todos, y cuando digo todos me refiero a 3 o 4 generaciones, con espadas láseres, pistolas de rayos y naves intergalácticas. Su Episodio IV revolucionó el género de la ciencia ficción, y todavía resiste al paso del tiempo pese a lo prehistórico de los medios que se emplearon en ella. El Imperio Contraataca regaló a la humanidad uno de los finales más reveladores que nunca se han rodado, así como una de las grandes frases de la historia del cine. En cuanto a El Retorno del Jedi, pese a que se considera la más floja de las tres, hay que reconocerle grandes méritos. Entre ellos, cerrar -drásticamente, o sea, con muertes varias- diversos hilos argumentales. También muestra unos efectos especiales bastante mejorados y contiene una de las mejores escenas de la trilogía (el duelo final entre Luke y Darth Vader). En resumen, que esta trilogía tiene que gustarte si eres humano, por su originalidad, su argumento, sus personajes, sus luchas, sus efectos especiales, sus mundos... y, por supuesto, por Han Solo.

Yow, yow

- Back to the Future: esta trilogía dice mucho de la cultura juvenil ochentera. Que básicamente puede resumirse con una frase: "That's pretty heavy!" ("¡Qué fuerte!"). Los monopatines, las pintas rockeras pseudo-macarras, el guitarreo vanhaleniano... Lástima que un servidor todavía cagara en pañales por aquellos entonces... Pero dejando todo esto aparte, la trilogía de Regreso al Futuro es un gran ejemplo de puzzle cinematográfico en que pasan muchas cosas en muy poco tiempo. Todo un lío argumental que se resuelve de maravilla, aún haciendo afrontar a los personajes curiosos dilemas (como el hecho de encontrar en el pasado al otro yo que viajó al pasado antes que yo). Todo es muy meticuloso, en cuanto al desarrollo de la acción y, por supuesto, también a la hora de explicar los entresijos técnicos del aparato en cuestión: el Condensador de Fluzo (originalmente "fujo", pero por lo visto a alguien se le coló una letra equivocada y así se quedó -historia supuestamente verídica) es el aparatejo que, con una energía eléctrica de 1,21 Gigawatts, generados por un poco de plutonio robado de unos terroristas libaneses, es capaz de hacer a un viejo De Lorean viajar por la fascinante dimensión del tiempo. Es una idea tan genial que el solo hecho de pensar en ella me hace sentir punzadas de placer en el lóbulo occipital del cerebro. Y si además la mezclo con las sensaciones que me produce Michael J. Fox versionando a Chuck Berry en una fiesta de instituto de los años 50, el éxtasis mental es indescriptible.

"This is an oldie, but, ah... well, it's an oldie where I come from"

4 comentarios:

Tomás dijo...

Huey Lewis and the News són la canya! Yes, yes, The power of Love...make a one man weep, make another man sing...but it might just save your life...Can you feel it ? Hmmm

L'escena on la gallina versiona Chuck Berry és genial. That's pretty heavy!

Killer dijo...

>> Huey Lewis and the News són la canya!

It's okay.

Tomás dijo...

I used to be a renegade,
I used to fool around
But I couldn't take the
punishment, and had to settle down
Now I'm playing it real straight,
and yes I cut my hair
You might think I'm crazy,
but I don't even care
Because I can tell what's going on

It's hip to be a square
It's hip to be a square

>>It's okay.
Superb! Can you feel it ? Hmmm

Salut Adri.

Berzelius14 dijo...

Las dos trilogías que has descrito merecen un lugar privilegiado en la historia del cine. Star Wars –háblese siempre de la primera trilogía- es ya un icono, un mito, una obra de arte fruto de una mente innovadora que arriesgó y ganó. En cuanto a Regreso al Futuro, qué decir, decenas son las veces que he visionado las tres películas allá por los años 90, cuando era común que las echaran durante las fiestas navideñas. Fue gracias a estas trilogías: Star Wars y Regreso al Futuro cuando empecé a interesarme por el cine de ciencia ficción, yo y una generación marcada por esas historias espectaculares, enrevesadas, unas historias que vistas desde la perspectiva de un niño marcaban. Mención especial a una película que, aunque no tuviera secuelas, debo destacarla porque junto a estas trilogías contribuyó al nacimiento de mi afición por este género cinematográfico: El chip prodigioso.